sábado, 29 de junio de 2013

NACIDO POR UN MILAGRO





Hubo un tiempo y aún hoy día muchas personas de abigarrada fe así lo creen, que a casi todos los acontecimientos de la vida cotidiana se les adjudicaba una intercesión divina. Era tan grande el convencimiento de esta mediación que ante catástrofes como el terremoto de Lisboa, ocurrido el día de Todos los Santos de 1755, la cristiandad entera se preguntaba cómo era posible que Dios hubiese permitido semejante tragedia en un día tan señalado como aquél.
Pero, en fin, eran cosas de aquellos tiempos en los que la ciencia no había explicado la mecánica de muchos de los acontecimientos naturales que a diario se producen, por eso, al fenómeno incomprendido se le atribuía la divina intervención.
El hecho que voy a relatar, no tiene siquiera la constancia histórica de ser verdad, pero aparece en dos de las grandes crónicas catalanas, la de Bernat Desclot y la de Ramón Muntaner.
Y sobre todo en este último que refiere el asunto con toda suerte de detalles.
Muntaner fue un escritor, soldado y caballero nacido en 1265 en la localidad gerundense de Perelada. Después de algunas vicisitudes en las que hubo de cambiar de domicilio en varias ocasiones, aparece alistado como soldado de infantería en la llamada Gran Compañía Catalana, popularmente conocida como los Almogávares que tuvieron un gran protagonismo bélico en los siglos XIII y XIV y cuyo capitán más sobresaliente fue el caballero templario Roger de Flor.
En la Compañía, Muntaner viajó mucho por el Mediterráneo, participando en numerosas batallas, que luego relataría como testigo en sus crónicas y que le dan más valor de veracidad, pero gran parte de sus escritos se basan en lo recogido por tradición oral, como sucede con el episodio que da título a este artículo.
Reinaba en Aragón Pedro II, llamado El Católico, un rey poco guerrero que se dedicó más a la política y a las finanzas que a pelear contra los moros y que de no ser por su participación en la batalla de Las Navas de Tolosa, decisivo triunfo cristiano frente a los musulmanes, casi nada habría avanzado la Reconquista durante su reinado. De profundos sentimientos religiosos, fue coronado por el Papa Inocencio III a cambio de un compromiso anual fijado en una suma de dinero importante.


Coronación de Pedro II en Roma



A partir de Pedro Il, todos los reyes aragoneses fueron coronados en la Catedral del Salvador de Zaragoza, popularmente llamada La Seo y ese sería el detalle más significativo en su vida por el que se le apodara El Católico pues, en el resto de sus actitudes, no parece demostrar ningún sentimiento de inclinación religiosa, o al menos en determinadas facetas del comportamiento católico.
En 1204 se casó con María de Montpellier, heredera del señorío de su nombre situado en la actual Francia y que se agregaría a los títulos que ya poseía como rey de Aragón. María, pese a su juventud, ya había contraído matrimonio en dos ocasiones, enviudando la primera y siendo repudiada en la segunda, aunque ya había tenido dos hijas de este matrimonio.
Pedro era un mujeriego empedernido y antes y después de casarse, su colección de amantes no tenía fin, mientras que a la reina no hacía caso alguno, incluso en alguna ocasión en que visitó Montpellier, ni siquiera vio a su esposa.
Como es natural, la nobleza y el clero de Aragón y sobre todo los de Montpellier, veían con suma preocupación esa falta de atención a la reina, lo que se traducía en la ausencia de un heredero que consolidara la corona, en aquellos tiempos siempre bamboleante, pero ni los más certeros consejos conseguían que el rey dejase de ir detrás de todas las faldas de la corte y de cuanta mujer bella hubiese en el reino.
Para colmo de frustración, en una de las visitas a la ciudad, el rey se enamoró perdidamente de una dama llamada María de Montferrato, descendiente de los reyes de Jerusalén que los templarios habían nombrado.
Tanta era la pasión que el rey sentía por esta dama, que no se privaba en absoluto de proclamarlo y actuaba en justas y torneos o convocaba a trovadores y poetas para proclamar el amor por su dama.
En vista de la actitud del monarca, los nobles, caballeros, clérigos y prohombres de Montpellier, sabiendo que era ocioso dirigirse al rey, optaron por una maniobra envolvente que fue la de captar a un caballero de la corte, muy próximo al monarca, al que explicaron el grave dilema al que se enfrentaban; por un lado que el rey estaba dispuesto a repudiar a su esposa y por otro la falta de heredero, así que le encargaron de convencer al rey que la dama de sus amores, la Montferrato, estaba dispuesta a satisfacer los deseos del rey y que se encontraría con él en un aposento que ella indicaría y celebrarían la unión completamente a oscuras, fin de que nadie pudiese verla.
Una vez que el rey estuviera en la alcoba, esperando a su enamorada, que en realidad sería la propia reina, el privado debería avisar al concejo de Montpellier que lo esperarían junto con la reina, acompañada de doce damas de las más distinguidas de la ciudad y doce doncellas las cuales irían, junto con los nobles, al encuentro del rey.
A toda esta comitiva acompañarían dos notarios, el obispo, dos canónigos y cuatro religiosos de reconocida bondad, llevando cada uno de los componentes un cirio en la mano. Todos conducirían a la reina hasta la alcoba en donde el rey esperaba y permanecerían en la puerta esperando hasta que rayase el alba, en perfecto silencio y recogimiento, momento en que el privado del rey abriría la puerta de la cámara y entrarían todos con los cirios encendidos, mostrando al rey que quien había yacido con él era su esposa, la reina María y que por la fe depositada en Dios y en la Virgen, aquella noche habían engendrado un heredero.
El caballero estuvo conforme en participar del plan y quedaron que en una semana se ejecutaría, no sin que antes todas las iglesias ofreciesen misas para la feliz conclusión y que todos los habitantes de Montpellier ayunasen el día antes a pan y agua con el fin de resultar propicios a Dios.
La verdad es que todo resulta rocambolesco pero así, y con muchísimo más lujo de detalles, está narrado por Muntaner que continúa preguntándose cómo era posible que con tantas misas, rogativas y pública exposición de lo que nobleza y clero se traían entre manos, el rey no hubiese llegado a tener oído de lo que se estaba tramando y solamente la explicación de la fe ciega que aquellos siglos imponían a los ciudadanos, era capaz de dar una explicación.
Transcurrida la semana, en la noche del domingo, la comitiva compuesta por casi cincuenta personas, llegó hasta la puerta de la cámara donde esperaba el rey, dejando entrar a la reina y permaneciendo todos orando. Al mismo tiempo, todas las iglesias de la ciudad permanecieron abiertas y a ellas acudieron numerosos fieles rogando a Dios por el feliz desenlace de la historia.
Rayando el alba, tal como habían planeado, entraron en la cámara cirio en mano, inundándola de luz, por lo que el rey saltó de la cama blandiendo su espada, pero al contemplar a las altas dignidades que invadían su habitación y que quien había yacido con él era su esposa, prestó oídos a las explicaciones que se le dieron, se conformó de buen grado y manifestó que si así había sucedido, ojalá quisiese Dios que la idea que habían llevado a cabo se cumpliese.
Pero el rey no debió quedar muy satisfecho de aquella encerrona, que de otra manera no se la puede calificar y aquel mismo día montó a caballo y se marchó de Montpellier.
El Concejo de la ciudad dispuso que las damas y doncellas que habían acompañado a la comitiva, no se separase de la reina hasta que no se produjera el alumbramiento y los notarios levantaron acta de cuanto había acontecido. Todos estaban convencidos de que aquel encuentro había sido fecundo.
La alegría al comprobar que la reina estaba embarazada fue grande y a los nueve meses fue aún mayor cuando dio a luz un infante al que pusieron por nombre Jaime que fue creciendo hasta transformarse, a la muerte de su padre en 1213 y con apenas cinco años, en rey de Aragón con el nombre de Jaime I, conocido como el Conquistador.
Nadie dudó que aquel nacimiento había sido obra divina y mucho menos cuando el nuevo rey se convirtió en el mejor monarca de la Casa de Aragón que anexionó territorios tan importantes como las Islas Baleares, el reino de Valencia y el de Murcia.

Pero, pasado el tiempo, todo toma un “tufillo” algo distinto. La creencia en el milagro no se sostiene hoy día y el conocimiento de los días fértiles de una mujer, no alcanzaba en aquella época, por tanto caben muchas dudas y la que con más frecuencia se presentará es la que más visos de realidad tiene y es que lo más probable es que la reina estuviese ya embarazada, fruto de algún amorío, que lo mismo que el rey por su cuenta, ella mantendría por la suya y así, urdieron todo para que pareciera  lo que en realidad no era.

sábado, 22 de junio de 2013

EL PLEITO DE LA LANGOSTA





Están viviendo en el centro de la Península, una verdadera invasión de polillas migratorias que cada año pasan por nuestras tierras procedentes de África y camino del norte de Europa.
Cuando he leído la noticia y he escuchado algunas tertulias en las que se ha tratado el tema, me he acordado de una historia ocurrida hace un tiempo y que guarda mucha relación con el suceso actual.
Hace años, me invitaron a la boda de la hija de un compañero de Segovia con el que guardo muy buena relación.
 La boda se celebró en la preciosa catedral segoviana y el convite, al más puro estilo castellano de comer hasta reventar, en una antigua abadía convertida en lugar de celebraciones multitudinarias.
Desde la catedral nos trasladaron en autobús hasta la abadía que estaba a unos veinte kilómetros, pues no era cuestión de volver conduciendo, aunque en aquellas fechas las cosas no estaban lo duras que lo están hoy.
Se trataba de la abadía de Santa María la Real de Párraces, un convento medieval de la orden de los Jerónimos que alcanzó durante los siglos XV y XVI una tremenda importancia al convertirse en un señorío de los llamados de abadengo, por ser un abad quien lo gestionaba y llegando uno de sus abades, el cardenal de la Cueva, a ostentar el cargo más importante de la jerarquía eclesiástica. Este cardenal estuvo a punto de ser nombrado Papa, en el año 1559, cuando fue elegido Pío IV.
La abadía era un lugar maravilloso, en donde la paz y la calma se respiraba por doquier, lógicamente hasta que empezó el convite, en el curso del cual, un comensal que con su esposa compartíamos mesa, me contó una historia singular sobre aquella abadía.

Vista general de la abadía de Párraces



La historia, que viene al pelo de lo que está ocurriendo con las polillas es esta.
Corría el año 1650 cuando todo el territorio que pertenecía a la abadía, llevaba ya dos o tres años soportando una tremenda plaga de langosta que estaba empobreciendo notablemente la comarca.
En un principio, los habitantes de todos los pueblos de los alrededores, se dedicaban, junto con toda su familia, a matar y quemar langostas, valiéndose de ramas de árboles, pero la cantidad de insectos era tal que en poco se la diezmaba con aquellas matanzas.
Terminado su ciclo vital, las langostas desaparecieron, no sin antes sembrar de huevos toda la zona. Como es natural, los insectos se reprodujeron y donde había uno, ahora eran cientos los que regresaron a los campos con mayor entusiasmo, si cabe, a devorar el trigo, la vid y toda clase de sembrados, volviendo a sumir a la población en una tremenda desesperación.
Como era muy natural en aquella época, se recurrió al poder divino de la iglesia y en la abadía se realizaron toda clase de diligencias, desde los conjuros y exorcismos, hasta el aspergio de los campos con agua bendita, procesiones, novenas, rogativas y toda clase de plegarias; además, se exhortó al pueblo para que cada uno suplicara y se encomendara a Dios, reformara sus costumbres y se arrepintiera de sus pecados. Como también es natural, la langosta no se enteró de todas las fuerzas espirituales que se lanzaban contra ella y siguió devorando los campos y esquilmando las cosechas.
En vista de la situación, se adoptó, por las autoridades eclesiásticas, una medida aún más drástica: había que excomulgar a las langostas.
Para ello se creó un tribunal en toda regla, con su juez y su fiscal, así como un abogado defensor de los insectos y bajo la advocación de los santos correspondientes, como no podía ser de otra manera, se iniciaron los trámites para proceder a la excomunión de los bichejos.
Después de aquella conversación con mi compañero de mesa, que resultó muy diluida en los vapores etílicos lógicos en la celebración, me quedó un leve recuerdo de todo, pero la noticia y la curiosidad por el hecho me hizo bucear en los archivos. Y así, encontré que en la biblioteca de El Escorial se conserva un texto del beato agustino Julián Zarco Cuevas en donde se recoge todo el proceso desde el nombramiento de los jueces y fiscales, hasta el procurador de la langosta.
Como el bachiller Manuel Delgado, cura del lugar, fiscal de la audiencia eclesiástica de la Abadía de Párraces y también juez eclesiástico, recoge minuciosamente en el pleito, a los daños que las langostas causaban en los sembrados habría de sumarse el gasto ocasionado para matarlas y el mucho tiempo que a esta tarea se dedicaba, abandonando otras más necesarias, dejando de observar los días dedicados al Señor, el empobrecimiento de las clases ya de por sí pobres desde el año anterior (1649), además del mucho daño a las Ánimas del Purgatorio, “porque menguados los frutos de la tierra no se hacen sufragios por ellas”; también “el mucho daño a las religiones mendicantes, hospitales, imágenes de devoción, ermitas y otras obras pías, porque no pueden los fieles acudir con sus limosnas” y por último que “no se sirven, como es razón y se debe las iglesias y ministros de ellas, por falta de ofrendas y obligaciones ordinarias”.
Pero como es natural, en aquella época donde todo era interpretar la Biblia y los Cánones y especular sobre todo lo ignorado, la polémica se inicia tras la apertura del pleito, porque, ¿a qué obedecía aquella infame plaga? ¿Era un castigo divino por los pecados de los hombres o la movía el demonio? Ahí estaba el dilema cuya solución requería distintos tratamientos.
Luego se planteaba otra controversia, pues la excomunión era acción dirigida contra los hombres y las cosas o animales que a él le estaban afectados, pero las langostas no estaban en esa categoría, ya que nada tenía el hombre de relación con ellas, por lo que la excomunión no habría de causarle efecto. Así, tras innumerables interpretaciones, razonamientos (¿razonamientos?), estudios de los textos sagrados y Dios sabe cuantas cosas más, se concluye en esta primera fase del proceso que la intención de la excomunión es la dirigir una súplica ferviente e invocatoria a Dios contra las langostas, condenando y maldiciendo a cualquier espíritu maléfico que las mueva.
Por su parte, el procurador designado para la defensa de los saltamontes, un vecino de un pueblo cercano llamado Bernabé Pascual, propone que se los juzgue piadosamente porque en el fondo son criaturas de Dios, carente de entendimiento que si se comen las cosechas es porque en ellas es lo natural, lo que, tímidamente, es un alegato a la razón, la cual le falta al nombrado procurador de las Ánimas del Purgatorio, otro vecino de la comarca llamado Esteban González, el cual demanda una condena contra las langostas por los perjuicios que causas a las benditas ánimas con el descenso de las aportaciones que los fieles con su diezmos y limosnas arriman a la Iglesia, así como la disminución de las misas que los devotos solían encargar.
A esta petición se adhirieron todos los pueblos de la comarca a través de procuradores designados en cada uno de ellos, lo que resultó una larga lista de peticiones de excomunión, pero el procurador de la langosta, su defensor, había lanzado una acusación velada que tras la petición de piedad, era necesario contestar y a eso se empleó el bachiller antes mencionado, el cual vino a decir que, efectivamente, las langostas eran criaturas de Dios y como tal tenían que alimentarse, pero que lo hicieran de las hierbas de los caminos y de los campos no cultivados, o de otros baldíos que no sirven ni a los hombres ni a los animales y en caso de que la cuestión fuera quién tiene preferencia para comer, si ellas o los hombres, era de justicia y razón que fueran ellas las que se quedaran sin hacerlo, pues aun siendo los dos criaturas de Dios, es el hombre el que está hecho a su imagen y semejanza.
Por su parte el procurador de la langosta no se arredra, ni se calla y especula con la posibilidad del castigo divino, como ya ha sido en otras ocasiones anteriores y añade que si bien es cierto que los frutos de la tierra son del hombre, demandándolo nuestros pecados, quiere Dios que se los coma la langosta para castigar en el cuerpo en beneficio del alma y que ésta regrese a Dios.
Tras declarar innumerables testigos, trasladar autos de una a otra parte y todo el demás trámite judicial, por fin se produjo el fallo en el que se dice que: “debemos condenar y condenamos a la langosta, así la presente como la venidera, a que sea desterrada de todos los términos y lugares de esta abadía y que no vuelva jamás a dichos términos y le damos plazo de tres días naturales en los cuales no hará ningún daño, lo que mandamos en virtud de santa obediencia y so pena de excomunión mayor.”
Como es natural la langosta o no se enteró, o hizo caso omiso a la orden de marcharse y siguió comiendo las mieses y los frutos.

Es lástima que no haya encontrado cómo se resolvió aquel problema, posiblemente con una helada a destiempo u otra causa natural que acabase con los huevos o las larvas de tan incómodos insectos, con lo cual la abadía se atribuiría el éxito de la operación que a juicio de lo que se lee, se monta fundamentalmente porque las arcas de tan religiosa institución se están resintiendo con la situación y no preocupan tanto los campos yermos como los dineros que están dejando de recibir.

sábado, 15 de junio de 2013

EL DEPORTISTA MEJOR PAGADO




Todos los años, la prestigiosa revista Forbes publica el ranking de los más ricos del mundo, de los empresarios que más dinero ganan y de los deportistas mejor pagados.
Como para todo hay quien no se conforma, un jeque árabe ha protestado porque no figura en dicha lista, a pesar de considerarse más rico que muchos de los allí relacionados, pero eso ha sido un caso excepcional, lo normal es que los que tienen mucho dinero quieren que nadie lo sepa.
Entre los deportista ocurre lo mismo y cuando nos hemos enterado ayer que Leo Messí, el número uno del fútbol mundial, ha defraudado al fisco unos cuatro millones de euros en temas de publicidad, nos preguntamos ¿cuánto gana este tío para defraudar esas cantidades?
Y es que los deportistas están entre las profesiones mejor pagadas del planeta. Cierto que son pocos los que alcanzan cifras de escalofrío, pero esos pocos ganan muchísimo dinero, que, curiosamente, no quieren compartir con nadie.
Este año, el atleta mejor pagado ha sido el boxeador Floyd Mayweather Jr. que por dos combates se ha embolsado 85 millones de dólares, después le sigue el que durante muchos años estuvo a la cabeza, el golfista Tiger Woods, luego el baloncestista Kobe Bryant. Luego están David Beckam y Cristiano Ronaldo que aun estando en ese puesto, cobra más de cuarenta millones de dólares al año. Eso en euros es una cantidad bastante inferior, como una tercera parte menos, pero aún así es una cifra astronómica que si consiguen mantenerla durante cinco o diez años, les quita los problemas económicos de por vida.
Es indudable que el boxeador no puede mantener ese caché por más de uno o dos años, en cambio, el golfista puede y de hecho el “tigre” está consiguiendo mantenerlo durante diez o quince años a pesar de la retirada de sus patrocinadores a raíz de sus problemas con el sexo.
Entonces, si aplicamos la aritmética, la cifra que se revela es de auténtico infarto. Tiger Woods, con ochenta millones al año, durante veinte años, ha ganado ni más ni menos que mil seiscientos millones de dólares, lo que serían unos mil cien millones de euros, que tampoco está nada mal.
Y así estaríamos ante una sociedad que se pirra por el deporte y no escatima esfuerzos para hacer multimillonarios a los deportistas de élite y entre ellos al deportista mejor pagado de la historia, el famoso Tigre, medio negro, que sin arriesgar nada, dando porrazos con un hierro o una madera a una pelotita, es capaz de meterla en un agujero situado a centenares de yardas (queda mucho más fino que metros), en menos golpes que nadie.
Pero eso no es verdad.
Cierto que los deportistas ganan mucho más que los ejecutivos, los científicos, o los profesores, por no hablar de funcionarios y eso nos encabrona notablemente, pero esa realidad incuestionable no es moda de nuestros tiempos: ha ocurrido así desde siempre.
Tanto que aunque nos cueste creerlo, el golfista Woods, tenido por el deportista mejor pagado de la historia, no le llega ni a la suela del zapato al que verdaderamente fue el atleta mejor retribuido.
Este dato me hubiera pasado desapercibido si no hubiera sido por mi natural inclinación a desentrañar la historia y, precisamente, leyendo historia, me enteré de la existencia de un personaje que había que investigar.
Estaba con un libro ameno y muy bien escrito, la Historia de España para escépticos de Juan Eslava Galán, cuando al hablar de Roma y sus costumbres, menciona la pasión romana por el circo y la existencia de un auriga que alcanzó grandes cotas de popularidad y que se retiró con cuarenta y dos años, habiendo ganado una verdadera fortuna.
Un auriga es, como todo el mundo sabe, un conductor de carros tirados por caballos que se conducía de pie, como vimos todos en la famosa película Ben Hur. Los carros podían ir tirados por uno, dos, cuatro, las famosas cuádrigas y hasta diez caballos y en función del número de animales, las carreras eran de más o menos carros.
El auriga vestía una túnica del color de la facción a la que pertenecía que eran cuatro: blanco, verde, azul y rojo, bajo la cual colocaba protecciones de madera y cuero que las más de la veces eran inútiles contra las tremendas heridas que se producían en los choques y vuelcos. La túnica se sujetaba con correas a las que ataba las riendas para poder manejarlas sólo con la mano izquierda y el látigo con la derecha. Al cinto portaba un afilado cuchillo con el que cortar las riendas en caso de accidente, cosa que se producía con mucha frecuencia y que acarreó la muerte del tribuno Mesala en la película antes mencionada.


Cuádriga en plena carrera

Fueron varios los aurigas que alcanzaron gran popularidad en el circo romano que, como es natural, era el más importante del imperio y todos los aurigas querían competir en él: Eutimi, Pannoni, Marcianus...; y sobre todo los más famoso: Comunis, Venusto, Poncio Epafrodito, Escorpo, Pompeyo Musculoso y Fortunato. Pero a todos ellos venció en numerosas ocasiones el protagonista de esta historia, el auriga más famoso de todos y el que más victorias obtuvo a lo largo de sus veinticuatro años de vida profesional y este auriga en cuestión se llamaba Cayo Apuleyo Diocles.
Conocido como Diocles el Hispano, nació en el año 104 en Mérida, capital de la provincia romana de Hispania Lusitania y con dieciocho años debutó como auriga en el circo romano de dicha ciudad. Pronto su fama lo condujo a otros escenarios más importantes y por fin debutó en el circo romano.
Ahora nos sorprendemos cuando nos dicen que un estadio de fútbol tiene capacidad para cincuenta mil o cien mil personas, aun cuando la población de nuestras ciudades es infinitamente superior a las que tenían en épocas romanas, pero el mismo circo de Mérida tenía capacidad para treinta mil espectadores, cifra muy superior a la población de la ciudad y el circo más famoso de cuantos han existido, el Circo Máximo de Roma, construido en el año 600 antes de nuestra era, y remodelado en muchas ocasiones, albergaba a más de trescientos mil espectadores. De la enorme popularidad que los circos y los hipódromos romanos gozaban dan buena muestra la cantidad de grabados y mosaicos existentes.
No todos los espectáculos circenses eran gratuitos, la mayoría eran de pago y solamente cuando el emperador o el gobernador de alguna provincia celebraba algún festejo que pretendía atraerse la simpatía popular, se permitía la entrada libre de los ciudadanos (panem et circenses). Además el circo era un lugar de apuestas, en donde se movían cantidades millonarias. Buena prueba de ello es la cantidad de dinero que algunos aurigas llegaron a ganar.

Maqueta del Circus Máximo

Es muy posible que en cualquier otra cultura, no supiéramos de este campeón circense tantos datos como conocemos, pero los romanos eran muy aficionados a anotarlo todo, ya sea en rollos o en lápidas y estelas, piedras esculpidas que se colocaban en los monumentos.
De Diocles se sabe por dos lápidas, la primera colocada por sus admiradores en el Circo de Nerón, en el actual Vaticano y que aunque ha desaparecido se conserva su contenido y por otra lápida colocada en el templo de Fortuna Primigenia en la actual Palestrina, a unos cincuenta kilómetros al este de Roma, ciudad a la que se retiró con cuarenta y dos años e inmensamente rico. Sus hijos le dedicaron una estatua en cuya base puede leerse: Caio Apvleio Diocli Agitatore Primo Factione Rvssato Natione Hispano Fortunae Primigeniae.
Por eso sabemos de su origen y de la facción para la que corría, la roja y con la que obtuvo 1.462 victorias, de ellas 1.064, singulares. Cada una de esas victorias llevaba aparejada un premio en metálico de hasta sesenta mil sextercios, moneda usada para cantidades ya considerables.
En la copia de la lápida del Circo de Nerón, se describen cuantas victorias obtuvo y en qué categoría, así como la cantidad percibida en cada premio, por lo que algún curioso y aburrido historiador, se ha entretenido en ir anotando las cantidades, cuya suma alcanza una cifra para nosotros difícilmente imaginable.
Según esas cuentas, Diocles ganó en su vida treinta y cinco millones, ochocientos mil sextercios. Como quiera que tanto la cantidad como la equivalencia nos es poco familiar, he tratado de buscar una posibilidad de realizar una equiparación. La mejor manera es la de comprobar en cuanto se cifraba el salario anual de una persona de tipo medio. Por ejemplo, un magistrado, o un alto funcionario de la administración, o un jefe militar, en el siglo II podía cobrar alrededor de los mil quinientos sextercios anuales (Escipión el Africano cayó en desgracia por haber malversado quinientos sextercios durante una de sus campañas). Un salario bueno podían ser mil sextercios al año.
Usaremos esta cifra, más redondeada y más próxima a la media para calcular cual sería la fortuna de Diocles a día de hoy.
Un sueldo en España equivalente al de los mil sextercios, sería de unos cuarenta mil euros anuales. Entonces, si un sueldo del mil en Roma equivale a otro de cuarenta  mil, los casi treinta y seis millones que ganó Diocles se pueden calcular por una simple operación que resulta de multiplicar los casi treinta y seis millones de sextercios por cuarenta, lo que arroja la increíble cifra de dos mil quinientos y pico millones de euros ¡más del doble de lo que ganará el mejor pagado de todos los deportistas modernos

domingo, 9 de junio de 2013

ALFONSO X Y LA EMPERATRIZ DE ORIENTE





Hay infinidad de sucesos en la historia de España que nos han pasado totalmente desapercibidos y en los que yo me esfuerzo por sacar del olvido. Cierto que no soy ningún entendido en historia, pero sí aficionado a leer lo que los historiadores nos han ido contando a lo largo de los siglos e ir sacando mis propias conclusiones.
La parte de nuestra historia que más me ha apasionado siempre, ha sido la del larguísimo período de la Reconquista, en donde se dieron personajes de una talla difícilmente imaginable.
Reyes, nobles y guerreros pueblan las páginas de los libros que relatan gestas, tan maravillosas que a veces parecen salidas de cuentos de hada.
Desde 711 en que los árabes profanaron nuestro suelo patrio, invadiéndonos de forma totalmente ilegal, además de cruel y sanguinaria, numerosos personajes se han labrado un lugar en la historia solamente por el hecho de luchar contra el invasor.
El territorio peninsular se fragmenta y aparecen reinos por doquier, los cuales se van aglutinando para formar una nueva unidad de España.
De entre los muchos reyes que combatieron a los invasores, los castellano-leoneses tuvieron quizás el mayor protagonismo, y de entre los castellanos hay tres que destacan sobre el resto. Son: Fernando III, apodado El Santo, Alfonso X, apodado El Sabio y Sancho IV, llamado El Bravo.
Eran padre, hijo y nieto. Tres personajes ponderados hasta extremos insospechados y de los que no se han escrito nada más que loas, agasajos y acciones maravillosas.
Pero puede que nada de eso, o buena parte de eso no sea verdad, o que, al menos, esté exagerado.
De las aspiraciones de Alfonso X a convertirse en Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, se nos ha hablado muy poco, casi nada, pero lo cierto es que el monarca castellano se postulaba y de manera muy fuerte para que el Papa lo nombrase Emperador.
Y eso que para nosotros, los gaditanos, este rey es de los más importantes, no en vano reconquistó Jerez y Cádiz a los moros y consolidó la frontera en lo que hoy es nuestra provincia. Pero en el sentir general de los historiadores que estudiaron su reinado, ha gozado de una doble calificación; por la parte bélica se le considera blando y desidioso en el impulso de la Reconquista, pero por el lado cultural es unánimemente reconocido como el verdadero impulsor de las letras y el arte, la cultura en general, también muy importantes en aquel nuevo país-estado-territorio que se estaba consolidando.
A veces no tenemos muy clara la idea de lo que suponía ser el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y que venía a ser la del defensor como rey y militar de la máxima expresión del poder terrenal que el Papado tenía.
Carlomagno fue el rey de los Francos a quien recurrió el Papa León III, después de que los romanos lo atacaran, lo hicieran prisionero y estuviera punto de que le arrancasen los ojos y la lengua. Tras ponerlo en libertad, Carlomagno recibió al Papa en su corte y le brindó protección, a cambio, el día de Navidad del año 800, el Pontífice lo coronó como primer Emperador del Sacro Imperio. En definitiva no era otra cosa que encargarle que, como rey y guerrero, protegiese la figura del papado, a la Iglesia y a las posesiones que el papado tenía distribuidas por toda Europa.
Era un título más bien representativo, pero en una época de predominio absoluto de lo religioso, lo cierto es que, desde aquel momento, los más poderosos reyes de Europa se bebían los vientos porque se les nombrase Emperador de aquella entelequia.
Pues bien, Alfonso X, llamado el Sabio, hijo de Fernando III y de Beatriz de Suavia, era, por tanto, nieto Felipe de Suavia, Rex Romanorum, que quiere decir hijo del Emperador del Sacro Imperio, razón por la que nuestro rey se encontraba con derechos sucesorios a ostentar el honrosísimo título de Emperador.
Pero los años pasaban y el nombramiento no llegaba. Falto de currículo militar que ofrecerle al Pontífice, el rey Alfonso quería ofrecer buenas acciones que lo postularan como Emperador y para eso aprovechó una visita de lo más inesperada y jugosa.
En la corte Castellana se presentó María de Brienne, a la sazón pariente lejana del rey castellano, la cual estaba casada con Balduino II de Constantinopla, el último rey latino del Imperio Romano de Oriente.
Su marido, el rey Balduino, había sido hecho prisionero del emperador de Nicea, Miguel VIII Paleólogo, creador de la dinastía que gobernó Bizancio hasta el fin de la Edad Media.
Pues bien, María se presenta en Burgos, donde está la corte, con la pretensión de que su lejano primo Alfonso, le de plata suficiente para pagar el rescate de su marido, el cual además de un pésimo militar, debía ser un manirroto, pues estaba endeudado con todas las casas reales europeas, hasta extremos tan insospechados como que había llegado a vender una de las más sagradas reliquias de la Cristiandad: la Corona de Espinas con la que martirizaron a Jesucristo, que estaba depositada en Constantinopla.

Maria de Briennes ante Alfonso X

Bueno, eso es lo que cuenta la leyenda, cuando la realidad dice que si se hubieran contado todas las coronas de espinas que aparecieron como reliquias tras las Cruzadas, hubiera resultado que los romanos cambiaron el casquete de espinas como unas tres mil veces, antes de encontrar el que realmente iba a servir para el martirio.
Es lo mismo que ocurre con el “lignum cruxis”, los trozos de madera pertenecientes a la cruz en que fue clavado. De proceder todos ellos de los maderos de la cruz en la que fue clavado, ésta debería pesar varias toneladas.
 El tal Paleólogo pedía un rescate de nada menos que cincuenta quintales de plata, cantidad impensable de reunir en aquella época de pobreza por la que atravesaba Castilla.
El rey Alfonso, prudentemente y para no pecar ni de tacañería ni de largueza, le preguntó que con cuanto contaba ya, pues su pariente, la de Brienne, venía de recorrer otras cortes europeas. Ella le respondió que entre el Papa y el rey de Francia le habían dado un tercio del rescate que era todo cuanto tenía, pues sus súbditos no habían aportado nada, lo que a juicio de la prima era considerado como normal y no se les podía pedir más, pues bastante hacían sus pobres ciudadanos con haberse acomodado a su suerte y no tratar de buscar un sucesor para tan horrendo gobernante.
En contra de lo que se hacía suponer en la corte, Alfonso le prometió que en veinte días le daría el resto que quedaba para completar el rescate. Y así lo hizo y el rey de Constantinopla salió del cautiverio y fue proclamando por todo el mundo las bondades de su pariente el rey Alfonso de Castilla, el cual había pensado que aquella acción lo iba a proyectar en el panorama político como posible candidato a Emperador del Sacro Imperio.
Y el cronista, arropado tras la sensatez que suelen tener todos los analistas de la historia que hubieron en otros tiempos, escribió: “Y como quiera que esto fue grande y buena fama del rey Alfonso en las otras tierras, pero esta y otras cosas que el rey hizo trajeron grande empobrecimiento en los reinos de Castilla y de León”.
Por supuesto que después del dispendio económico que supuso regalar aquellos quintales de plata tan necesarios en la lucha contra el invasor, seguro que el rey Alfonso recibió parabienes, golpecitos en la espalda y felicitaciones de todas las cortes europeas y del papado, el cual hasta es posible que le viniera a decir que ya se lo tendría en cuenta y que aprovecharía su fama para encumbrarlo, pero lo cierto es que nunca lo nombró Emperador y eso que la corte castellana era, sin lugar a dudas de ninguna clase, la más culta de Europa, la mejor preparada para la guerra y el rey, a juzgar por el apelativo con el que ha pasado a la historia, el más listo de todos los monarcas.
Pero se quedó sin la plata y sin la corona imperial, haciendo el ridículo más espantoso dentro de su corte y entre sus súbditos que en realidad eran los únicos que les debían importar al monarca.
No sé por qué esta historia, tan antigua, me suena de una actualidad rabiosa.
Nunca consiguió ser Emperador y nunca le interesó ser un buen guerrero. Se conformaba con títulos y lustre para su currículo; no obstante, este rey está considerado como el gran impulsor de la lengua castellana, que hoy hablamos muchos millones de personas en todo el mundo.



sábado, 1 de junio de 2013

EL MÁS VIEJO DEL PLANETA





Leyendo una publicación sobre historia natural, me encontré con un tema que me pareció muy interesante.
Decía esa publicación que el ser vivo más anciano de cuantos se conocen es un árbol, lo cual no resulta extraño, más extrañas son las circunstancias de su descubrimiento y las condiciones en las que vive, pero demos un pequeño rodeo antes de entrar en el tema.
Árboles extraños y centenarios los hay y muchos; desde nuestros vetustos olivos, los dragos canarios, o los pinsapos gaditanos, verdaderos fósiles vivientes, hasta los baobabs, cuyas ramas parecen las raíces, las sequoyas gigantes, los árboles más grandes que existen o el eucalipto regnan que con más de cien metros de altura, se convierte en el más alto de todo el reino vegetal.
Hay árboles raros, como el Árbol de la Vida de Bahrein, una acacia centenaria que crece en la desértica isla de manera tan inexplicable como aislada y que ha llegado a convertirse en todo un símbolo para el país. Su rareza es grande, tanto, que incluso con el Google Maps, podemos localizarla, tecleando “Tree of life, Bahrein”. Aumentando luego la imagen se puede distinguir su silueta verde en un entorno arenoso.
Pero el premio a la rareza, a mi modo de ver, se lo lleva el Pino Bristlecone, cuyo nombre científico es “pinus longaeva”, porque además de ser un árbol muy poco común, su capacidad para aferrarse a la vida, es realmente proverbial.
Y una curiosidad más de este vegetal es que no fue descubierto hasta 1953, encontrándose, como se encuentra, en los Estados Unidos de América, un país completamente colonizado.
En esa fecha, el científico botánico, Edmund Shulman, deambulaba por las montañas de California realizando un estudio sobre los árboles más vetustos de Norteamérica, en el que se encontraban ya perfectamente reseñados algunas sequoyas gigantes, cuya vida se medía por milenios y que había llevado a Shulman a pensar que eran los vegetales más viejos que existían, pero en aquella zona, oyó hablar que en los estados de Utah y Nevada, en una cordillera conocida como Montañas Blancas, existían unas especies de pinos que podían ser mucho más viejos que las secuoyas que ya tenía catalogadas.
Como buen investigador, se dirigió a la zona y con mucho esfuerzo consiguió subir hasta las Montañas Blancas, unas montañas que miden alrededor de los tres mil metros de altitud, pero en donde el clima es infernal, ya que al frío propio de la altura y del clima continenetal hay que sumar una carencia total de agua, lo que proporciona unos inviernos extremadamente fríos y unos veranos secos y muy calurosos. Además, hay que sumar que el suelo es rocoso y carente de manto vegetal. Estas montañas tienen una extensión muy similar a la de España, lo que nos da idea de su tamaño, y no tienen ni un solo lago, un río o un riachuelo que aporte algo de agua.
Tras algunas vicisitudes, lógicas en todo viaje por tierras inhóspitas y desconocidas, consiguió llegar a la zona donde crecían aquellos extraños pinos. La primera impresión fue que efectivamente se encontraba ante organismos vivos muy viejos y que en algunos de los casos, la presencia de unas escasas hojas verdes, era la única evidencia de que no se trataba de un trozo de madera fosilizada.
Luego empezó a calcular las edades de aquellos extraños árboles y fue entonces cuando descubrió que realmente se encontraba frente a los seres vivos más viejos del Planeta y dentro de aquella especie de bosque geriátrico, comenzó a catalogar a los especímenes más antiguos.

Pinos de Bristlecone

Detalle del tronco

Los estudios de Shulman se publicaron en 1958 en el National Geographic, pero pocos meses antes de la publicación, el botánico falleció de un infarto y no pudo ver su trabajo en la calle. En su honor, el servicio forestal de los Estados Unidos, bautizó el bosque de pinos Bristlecone, de las Montañas Blancas, como Arboleda de Shulman, en honor del descubridor de aquella rara especie vegetal.
En aquellos momentos, la comunidad científica estaba muy interesada en adquirir  certezas sobre la edad de los árboles y sobre el estudio de sus anillos, con los que se han podido determinar muchas circunstancias como el clima de la Tierra, la contaminación atmosférica y otras cosas. Por eso, al conocerse la existencia de aquel bosque ignorado y milenario, muchos científicos estuvieron interesados en datar los pinos con la intención de encontrar al más antiguo y así, se halló un ejemplar que fue llamado WPN-114 y con el nombre clave de Prometeo, al cual se le calculó una edad superior a los cinco mil años.
Con este pino ocurrió un incidente que conmocionó a la comunidad científica y es que fue descubierto por un becario llamado Donald Currey, licenciado de Carolina del Norte que estudiaba la climatología en el período conocido como Pequeña Edad del Hielo, una circunstancia climática muy curiosa y que fue tema de un artículo anterior. Currey estimó la edad la edad del pino próxima a los cinco mil años, pero haciendo esta datación, se le rompió la cala que introducía en la madera para hacer una perforación y estudiar luego los anillos, por lo que pidió permiso al servicio forestal para cortar el tronco y estudiarlo adecuadamente.
De manera inexplicable, el responsable del servicio le dio autorización y Currey cortó el tronco del árbol más viejo del Planeta; un árbol que tenía casi cinco mil años y que ya había nacido antes de que las pirámides de Egipto hubieran empezado a construirse.
Como es natural, la comunidad científica relacionada con la botánica montó en cólera, pero ya el daño estaba hecho y no había remedio posible.
 No fue fácil encontrar al siguiente más viejo entre tantos ancianos, pero de entre los muchos que por su aspecto indicaban superar los cuatro mil años, se catalogó un pino al que se puso de nombre Matusalén y que su germinación se produjo el año 2832, antes de nuestra Era, es decir que a día de hoy, tiene la friolera de 4.844 años.
Para evitar accidentes indeseables como el descrito con el becario, o la posibilidad de algún acto de vandalismo, la ubicación de este milenario pino no se ha dado a conocer.
En principio se creyó que todos aquellos árboles que parecían salir de una película de terror, era de la misma especie, pero las investigaciones posteriores han demostrado que por lo menos pertenecen a dos especies, muy parecidas, pero también muy singularmente diferenciadas.
Lo realmente curioso de estos pinos es que los más longevos se han encontrado en los lugares más impensables, donde hay que soportar más frío y más calor y donde más escasea el agua. Los científicos creen encontrar, en esta rara circunstancia, la capacidad del árbol para adaptarse al entorno y cuanto mayores son las calamidades que ha de soportar, mas se protege contra la adversidad. Así, hay algunos pinos cuyo tronco está muerto en un noventa por ciento y solamente una estrecha franja vertical permanece viva y de ella brotan ramas con sus hojas que, llegado el momento desarrollan flores y luego frutos: una piñas pequeñas.
Su madera, de color anaranjado, es dura y resinosa, lo que lo hace inmune a las plagas de microorganismos, así como al ataque de insectos, agresiones que dadas las extremas condiciones de vida, tampoco son muy frecuentes, pues no hay hongos en donde no hay humedad ni los insectos pueden vivir en climas como ese.
Son, en fin, una serie de coincidencias las que han hecho de estos vegetales los seres vivos más viejos de La Tierra, pero, sorprendentemente todas esas coincidencias no son precisamente las que pueden facilitar la vida, sino todo lo contrario, por lo que de no haber entrado en liza un sorprendente amor a la vida y una extraordinaria capacidad de resistencia, estas joyas vegetales no tendrían el honor de colocarse en la cabeza del escalafón de la vida.
Al contrario de lo que en un principio se pensó, la tala de Prometeo sacó del anonimato la Arboleda de Shulman y la dio a conocer al gran público, sensibilizando a numerosos colectivos cuyo esfuerzo en común consiguió colocar aquel bosque de pinos milenarios en todos los catálogos, considerando la zona como espacio protegido, Parque Nacional y Reserva de la Biosfera.

Una última consideración, por si algún conocedor de la botánica pudiera hacer una puntualización sobre algunos vegetales mucho más antiguos que estos pinos Bristlecone, como pudieran ser los pinos Huon de Tasmania o como Pando, el bosque de álamos temblorosos de Utah, en ambos casos se trata de vegetales que se clonan a si mismo a partir de una raíz común, pero estos árboles, cada uno por separado y desde que nacen, no alcanzan más que algunas centenas de años, muy lejos de los milenarios Bristlecone.

EL ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN Y EL ESTADO DEL BIENESTAR

Mi buen amigo Rafael Herrero, economista, director del Banco de España de Ceuta, miembro del Grupo de Opinión Salvador de Madariaga y muchas otras cosas más, me remite este interesante artículo referido exclusivamente a España y que junto con los de otros treinta y tantos países se ha presentado esta semana en un simposio en Madrid.
Por su interés me permito publicarlo en mi blog y espero que no os arrugue el corazón.


EL ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACION Y EL ESTADO DE BIENESTAR.

Por Rafael Herrero Casaleiz



-Consideraciones generales-

El envejecimiento de la población es un proceso que se acelera desde hace varias décadas. El último informe de Eurostat -Europop 2010- (1) y el análisis de los datos publicados por el I.N.E. lo ponen de manifiesto. En los próximos cincuenta años  va a proseguir la aceleración del proceso. En el fenómeno incide tanto la caída del índice de fertilidad como el de mortalidad y la cuestión se complica con los flujos migratorios que se han venido intensificando a partir de la segunda mitad del siglo pasado. El resultado neto de estos flujos, positivo o negativo, intensificará o no este proceso. Esta convulsión demográfica se ha calificado como el “baby boom”, aplicado a la generación de los 60 del siglo anterior y año de origen del estudio del informe de Eurostat, que se proyecta hacia 2060, año en el que ya habrá desaparecido casi la totalidad de la generación de 1960.

El estudio mide el proceso a través de cuatro indicadores: “Edad media de la población”; “Proporción de personas de 65 años en adelante” -olders-; “Proporción de personas de 80 o más años” -oldest-;  e, “Indice de dependencia, OADR -old age dependency ratio-” (2). (Este último se obtiene de una relación por cociente entre la población de 65 años en adelante y la población en edad de trabajar -15 a 64 años-). El campo de aplicación se realiza sobre 31 países, incluido España, de entre los 52  europeos. Se trata de un estudio de una gran complejidad del que tomo, sucintamente, lo que se refiere a España y que voy a tratar de  manera un tanto restringida, tan sólo en lo que afecta de forma directa a nuestro “Estado de bienestar”.

-Situación general

A 2011 los 52 países europeos sumaban una población de 737.961.000 de habitantes. La cuota española era de algo más de 47 millones, es decir  el 6,36 % y su esperanza de vida al nacer de 81 años, y a los 65 años de 20,4 (Para 2051 estos índices están estimados en 89 años y 25,65, respectivamente). A efectos de complementar los indicadores antes citados se exponen a continuación unos datos referidos a dos épocas transcurridas (1960 y 2010) y otra estimada (2060). De ellos podemos obtener algunas comparaciones bastante expresivas.


AÑOS                                                        1960               2010                2060

Edad media de la población, años          29,6                39,9                  49,7

% Población 65 años en adelante            8,2                 16,8                  31,5    

“          “        80    “     “       “                   1,2                   4,9                  14,2

OADR (Personas dependientes)               12,7                24,7                  56,4

España, tanto en 2010 como en 2060, ha venido superando las  medias obtenidas por los 31 países que componen el estudio, que son las siguientes:


AÑOS                                                         2010                   2060

Edad media de la población                         39,80                  47,20

Población de 65 años en adelante                16                      29,30

          “           80    “     “       “                       4,1                   11,5     
                                                                          
OADR, Ratio dependencia                             23,6                  52,4
  
Desde 2010 a 2060 la población española crecerá por encima de 14 millones de habitantes. La población de 65 años en adelante crecerá un 14,7% y la de 80 años en adelante crecerá un 9,3%.  La ratio de personas dependientes aumentará un 31,7. (Datos, todos ellos, aplicables a los que se expresan en los dos últimos párrafos de este trabajo).

Si en los dos primeros índices España ocupa un lugar entre los más destacados, en el tercero (“Oldest”), ocupa el primero seguida de Italia, ambos bastante distanciados de la media. Como consecuencia de todo ello la ratio de personas dependientes -OADR- aumentará de manera alarmante, aumento que alcanza casi un  60 en Alemania, sólo superado por Letonia, Polonia, Rumania y Eslovaquia. (España 56,4)

-¿ Se aproxima el “Grandparents Boom” ?.

No existe en país alguno ni en ninguno de ellos valores más bajos  en 2060 que en 2010. No existen precedentes más allá del curso de la historia. La población habrá crecido o disminuido en algún momento y en algún país, pero la forma de la distribución de la pirámide de población nunca mostró reversión en su proporción o en su distribución. Lo que nos dice la OADR  es que si en 1960 hubo un porcentaje de tres jóvenes (0 a 14 años) por cada mayor de 65 años, en 2060 podría haber dos ancianos por cada joven de esas edades, es decir más ancianos por menos nietos y lo que es más, los “Oldest-old” van, en promedio, a superar a los niños de cinco años alrededor del comienzo de la próxima década. Por tanto la aparición de bisabuelos será algo común y la familia será  más vertical que horizontal. Su expresión en un esquema triangular supondrá, progresivamente, un estrechamiento de su base y al propio tiempo un alargamiento de su altura.

Consideraciones finales.

Si los flujos migratorios se detuvieran repentinamente la población española envejecería aún más y en general  todos los países que hasta ahora se han visto afectados por saldos positivos migratorios sufrirían el mismo proceso. (España alcanzaría una edad media de 54,4 años en 2060 en vez de 49,7 estimado hoy)

La inmigración por tanto  puede ser vista como una opción para suavizar el proceso de envejecimiento, no obstante y como quiera que los emigrantes son siempre más viejos que los recién nacidos, si el factor de crecimiento de la población fuera inmigración en vez de fertilidad, entonces el proceso de envejecimiento sería menos suave que en el caso de una fertilidad creciente. Este efecto disminuye si la fertilidad de los emigrantes es mayor que el de la población anfitriona.

Las implicaciones que todo cuanto antecede va a tener en el sistema socioeconómico y en concreto en los programas públicos de pensiones, salud, educación, etc. va a ser bastante problemático. Realmente nos enfrentamos a un cambio radical de tales estructuras y en cuanto a la familia estamos ya inmersos en un proceso en el que es problemática, en muchos casos, la atención de nuestros mayores. ¿Qué ocurrirá cuando aparezcan abuelos y bisabuelos contemporáneos? Sin duda un cambio radical de la estructura familiar tal y como ha estado concebida hasta hoy, pues es presumible que las condiciones de salud de la vejez continúen mejorando y todo ello supondrá un gran reto para todo el sistema de seguridad social, y no sólo por las pensiones. Debe considerarse que en particular el soporte de ancianos  que hasta ahora, con matices, ha venido estando al cuidado de las familias, puede alcanzar sus límites en las décadas venideras, cuando el modelo de familia vaya convirtiéndose, progresivamente, en más “vertical”.

Por último, datos que nos ofrece el I.N.E. referidos a 2011 nos muestran una población próxima a los 47 millones de residentes en España, distribuidos como sigue:

Población entre 0 a 14 años……………..15,1 por 100

         “          “    15 y 64 años……………67,7 por 100

         “           de 65 años  en adelante……17,1  por 100

Obsérvese que ya la cifra de mayores de 65 años supera a la de jóvenes entre 0 y 14 años, pero tanto más significativo es el elevado porcentaje de población entre 15 y 64 años que a lo largo de las próximas décadas va a ir integrándose en el tramo de población de 65 en adelante, con limitadas posibilidades de cumplir el relevo por la de jóvenes que van a entrar en edad de trabajar.

29 mayo 2013   
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(1) Informe Eurostat- Statistics in focus 23/2011: “Populations and social conditions”, Author: Gianpaolo Lancieri. (Headline: “The greying of the baby boomers. A century-long of ageing in Europa populations”)


(2) El OADR es frecuentemente utilizado como indicador aproximado  del impacto de envejecimiento, pues en definitiva nos pone de manifiesto el soporte que sobre la población en edad de trabajar recae la carga de la población dependiente, así un OADR tasa 0,2 significa 20 ancianos por cada 100 activos. Si en España y en el grupo de países que con ella tienen las ratios más altas en 2031, pueden tener un OADR de 0,5 quiere decir que hay 2 personas en edad de trabajar por cada anciano (ratio nunca alcanzada).