viernes, 3 de noviembre de 2017

LA CORONA DE HIELO DE LA REINA MAUD



En el continente helado de la Antártida, frente al cono sur de África, pero a muchos kilómetros de distancia, existe un enorme territorio que fue explorado por una expedición noruega que, en 1930, se esforzaba por cartografiar el continente helado.
Los noruegos habían demostrado una predilección por aquellas tierras y desde 1892 habían mandado expediciones, algunas tan exitosas como la de Amundsen, que en 1911, consiguió llegar al punto geográfico del Polo Sur.
Aquella expedición de 1930 que cartografiaba el contorno del continente, bautizó la enorme extensión de hielos con el nombre de la reina Maud, esposa del rey de Noruega y en honor de la familia real, se fueron denominando otros territorios con los nombres: Princesa Marta, Princesa Astrid, Príncipe Harald, etc.
Desde la Tierra de la Reina Maud, hacia el interior del continente, existe una enorme meseta, quizás la zona más plana de todo aquel territorio que está cubierto por una capa de hielo de más de un kilómetro y medio de espesor: la Corona de la Reina Maud.
Sobre el descubrimiento de la Antártida se ha escrito mucho, pues aunque se le atribuye a varios navegantes, como balleneros de diversas nacionalidades, en realidad el primero que navegó a su alrededor fue el famoso capitán Cook, en el siglo XVIII, pero siempre se creyó que igual que el Ártico, era un inmenso bloque de hielo flotando.
Si desea recordar toda la controversia que rodea el descubrimiento de este continente, puede consultar mi artículo: http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com.es/2017/08/en-el-reinado-del-rey-felon.html, pero a efectos de este artículo, el hecho de su descubrimiento carece de importancia, son otras las circunstancias por las que lo traigo a colación.
Y es que ocurre que durante el siglo XVI la Antártida no figuraba en ningún mapa de la época. Extraña circunstancia, cuando fue aquel un siglo en el que la cartografía adquirió un enorme protagonismo y fue precisamente la época en que se trazó todo el perfil americano, tanto por oriente como por occidente.
Pero la Antártida no figura en los portulanos que Vespucio, Juan de la Cosa y otros insignes cartógrafos, levantaron en aquella época.
Sin embargo, unos años después, concretamente desde la aparición en 1513 del famoso mapa de Piri Reis, el militar turco, la Antártida comienza a estar dibujada con precisión, aunque no se descubriría hasta tres siglos después. Luego volvió a aparecer en los portulanos de Mercator y otros grandes cartógrafos.
Pero en todos estos últimos se daba una circunstancia que no podía pasar desapercibida. Esta es poco más o menos la sorprendente historia.
El día seis de julio de 1960, el eminente profesor norteamericano Charles Hapgood. Que desde tiempo atrás venía defendiendo el desplazamiento de los continentes situados en la corteza de la Tierra, sobre el manto interior, recibió contestación a un escrito que tiempo atrás había dirigido a las fuerzas aéreas estadounidenses.
El escrito era precisamente sobre el mapa de Piri Reis y solicitaba que los departamentos de cartografía aérea efectuasen un estudio comparativo entre dicho mapa y la cartografía actual.
La respuesta que los cartógrafos dieron causó sensación en el mundo científico dedicado a la geología. Venían a decir que la parte inferior del citado mapa representaba de manera muy razonable a la Tierra de la reina Maud y la Princesa Marta, pero que resultaba asombroso que esa coincidencia no fuera con la actual estructura antártica, cubierta de hielos, sino con el perfil sísmico de la tierra que hay bajo esos hielos y que fue trazado en 1949 por una expedición sueco-británica.
¿Qué quiere decir esto? Pues ni más ni menos que quien dibujara el mapa de Piri Reis había tenido que vencer dos grandes obstáculos. Primero sobrevolar la Antártida, para contemplar islas que estaban perfectamente separadas y que ahora están unidas por el hielo y segundo confeccionar este mapa hace bastante más de ¡seis mil años!, que es el momento geológico en que se considera que aquel continente estaba ya cubierto totalmente de hielo, cosa que hasta ese momento no sucedía y que se había venido produciendo a lo largo de nueve milenios, según se ha podido determinar en las últimas investigaciones geológicas realizadas.

Fragmento del mapa de Piri Reis.


¿Qué civilización poseía, hace más de seis mil años, una tecnología tan avanzada como para confeccionar un mapa así?
Las primeras civilizaciones en aparecer y de las que tenemos constancia y certeza absoluta, fueron hace unos cinco mil años, en Mesopotamia y que llegó a adquirir un gran esplendor cultural y más tarde en Creta, Egipto y Fenicia; Grecia y Roma están ya ahí, como quien dice a la vuelta de la esquina.
Pero es que quienes quiera que fuesen los pueblos que habían alcanzado aquel nivel cultural, del que no tenemos ninguna noticia, estaban a años luz en conocimientos, a los que asirios, egipcios o griegos llegaron a alcanzar mucho más tarde.
El mapa de Piri Reis fue realizado en 1513 partiendo de varios mapas que el almirante turco poseía y se centra básicamente en el océano Atlántico. Arriba a la derecha podemos observar perfectamente a España y la costa africana, casi hasta el Golfo de Guinea; al otro lado la costa americana, desde más arriba del Golfo de Méjico, hasta Tierra de Fuego y más abajo, la costa norte de la Antártida.
Es imposible que el almirante otomano adquiriera esa información de algún cartógrafo de su tiempo, pues como ya se ha dicho, el continente helado no se descubre hasta 1818, o sea, tres siglos después.
Así pues en ese mapa hay dos circunstancias de por sí tan misteriosas que nos obligan a plantearnos las cosas desde una perspectiva diferente a como la ciencia ortodoxa ha venido explicando hasta ahora: cómo incluye una tierra que aún no ha sido descubierta y cómo dibuja el perfil cartográfico que hay debajo de hielos que tienen más de seis mil años de antigüedad.
Pero además hay algunas otras incógnitas como la de la perfección con la que se perfilan los contornos de la recién descubierta América, a la que se le da ya una perspectiva esférica.
En la fotografía siguiente, se puede ver esto con una superposición fotográfica esclarecedora, si bien considerando las diferencia entra perspectiva plana y esférica.



El propio almirante turco, al margen del mapa hace una serie de anotaciones que son verdaderamente esclarecedoras. Entre ellas dice que el mapa lo ha confeccionado sobre el estudio de otros muchos mapas que posee, uno de los cuales perteneció al propio Cristóbal Colón, con el que pudo llegar a las costas de América, y otros mapas mucho más antiguos, alguno de los cuales anteriores al siglo cuarto antes de nuestra era.
La existencia de una Antártida sin hielos solamente se puede explicar de dos formas: por la deriva continental, es decir el desplazamiento de las masas de tierra de la corteza terrestre, pero no es probable que en solamente nueve mil años hubiera producido un recorrido tan enorme como para variar la climatología, o simplemente un cambio climático de enfriamiento global, igual que en estos momentos estamos soportando un cambio hacia un periodo cálido.
Pero la incógnita  sobre quienes realizaron esa cartografía sigue tenazmente aferrada. No tenemos ni idea de quienes pudieron hacerlo, pero no deja de ser menos intrigante cómo se transmitieron a través de los siglos, permaneciendo oculta para la inmensa mayoría y tal vez relegada a un estante polvoriento de alguna vieja biblioteca.
Sí parece que los mapas pasaron por Alejandría, desde donde viajaron a Bizancio, en épocas del máximo esplendor del Imperio Romano de Oriente y de allí pasaron a marinos venecianos, alguno de los cuales consiguió llegar a manos de Cristóbal Colón.
Otra sorprendente conclusión que se saca del estudio de estos mapas es que quienes lo realizaran habían resuelto el problema que suponía, en alta mar, calcular la longitud, como ya exponía en mi artículo de hace unos años que puedes consultar aquí: http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com.es/2013/03/la-parrilla-el-saltamontes-y-el-h-1.html , el tema de la longitud no se solucionó hasta 1730, por el relojero Harrison.
Pero es indudable que aquella civilización había resuelto el problema, claro que si eran capaces de desarrollar una cartografía esférica, con visión desde el aire, es de suponer que también habían desarrollado un reloj de precisión, único elemento necesario para situarse exactamente en cualquier punto de la esfera terrestre.

La conclusión final es que más tarde o más temprano y yo me inclino por esto último, habrá que reescribir la historia. No me cabe ninguna duda.

1 comentario:

  1. Siempre he creído en la existencia de civilizaciones anteriores a la nuestra mas desarrolladas.

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